martes, 20 de octubre de 2009
domingo, 18 de octubre de 2009
CRITICA DE EMILIE MOUTHON
La puesta en escena de El Público por Hugo Pérez e Irina Kouberskaya forma parte de esos raros momentos que despejan el horizonte teatral actual de su progresiva catalepsia y reconcilian al espectador con la magia de las artes visuales. Verdadera radiografía interior o desafío escenográfico por el hermetismo intrínseco al texto, el maravilloso juego escénico que reduce la obra a las tergiversaciones de un Director de escena y su alter ego, a través de un recorrido iniciático en búsqueda de la identidad pérdida y su asunción; esta propuesta metateatral encaja con las problemáticas ontológicas de la sociedad contemporánea y lo que debe ser el teatro. Espectáculo total en el que la proyección de imágenes en una tela blanca, el ritmo de una música siempre apropiada y la luminotecnia, despiertan nuevas metáforas en el espíritu del espectador, como para compaginarse con el juego de los actores, que radica en una serie de metamorfosis o desdoblamientos sumamente relevantes para el significado de la obra. La puesta en escena juega con la cosmovisión lorquiana, entremezcla sus Cuadros para ofrecer mayor comprensión de la obra, la depura de sus “máscaras”, saca a la luz “el perfil de una fuerza oculta” sin renunciar a la emoción. Y la función acaba de modo paroxístico con la justa verbal, entre Cascabeles y Pámpanos, o más bien entre Enrique y Gonzalo, rizando así el rizo de la obra. Al acabar la función, se apagaron las luces y mientras un ratito, el espectador permanece en la penumbra del silencio algo sacudido por la representación: ¿Qué valor catártico estará operando aquel espectáculo en nuestros adentros? La respuesta la tiene el Público... En los años 30, Federico García Lorca se lamentaba de que “las gentes que van al teatro no quieren que se les haga pensar sobre ningún tema moral” y definía El Público como “un poema para silbarlo”, pues dejémonos llevar por esta obra que se intuye más que se explica, pero eso sí constituye el “barómetro de la sociedad”
No hay opinión ni boca abierta que pueda rondar el latido futuro que encierra esta obra (yo diría tratado de amor dentro de una galería de espejos). Montar “el Público” es una verdadera osadía, pero estando en un mundo que retira la mirada de los verdaderos significados y esencias del hombre, es un ejercicio/intento de asumir la responsabilidad que nos toca. Esta versión/esbozo es consecuencia de un fracaso de antemano, la obra es posible solo intuirla.
Hugo Perez.
Hugo Perez.
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